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“El sector agroalimentario español falla en innovación porque investigación y empresa

Hay buenos ejemplos españoles y valencianos donde el triángulo de la innovación, entendido como investigación, empresa y empr

BIOVAL (CLÚSTER BIO de la Comunitat Valenciana)

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Publicado el miércoles, 07 de septiembre de 2016 a las 13:42

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D. Manuel Lainez, director del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

D. Manuel Lainez, Director del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

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D. Manuel Lainez, director del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

D. Manuel Lainez, Diirector del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

Entrevistamos a Manuel Lainez, director del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) desde 2012. Es licenciado en Veterinaria, por la Universidad de Zaragoza, y doctor Ingeniero Agrónomo, por la Universidad Politécnica de Valencia, ha desarrollado su trayectoria profesional en el ámbito de la gestión y la investigación en producción animal. De hecho, Lainez ha sido responsable del Centro de Investigación en Tecnología Animal del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, y posteriormente director General de Investigación Agraria y Tecnología Agroalimentaria de la Generalitat Valenciana. También ha sido profesor de la Universidad Politécnica de Valencia y miembro del consejo rector del centro tecnológico AINIA.

  • ¿En qué consiste la estrategia española de Bioeconomía Horizonte 2030?

La estrategia identifica las posibilidades de mantener y generar nueva actividad económica a través de la utilización eficiente y sostenible de todos los recursos biológicos disponibles en nuestro país. Parte de la necesidad de acercar la generación del conocimiento de nuestros centros de investigación en muchas disciplinas científicas a las empresas, sin olvidar la opinión de la sociedad y de sus actores, concretando una serie de líneas de trabajo y actividades que pueden hacer avanzar más rápido el desarrollo de la bioeconomía.

En España contamos con más de 3,000 proyectos de investigación activos en el área de los recursos biológicos, un sector económico importante, especialmente el agroalimentario pero también el forestal, el de la transformación de la biomasa y el derivado del medio marino; además, cuando analizamos la cooperación entre las empresas y los investigadores, a través de su participación en financiación pública, vemos que la colaboración en estos sectores es frecuente y constante. Si a ello le añadimos el contexto socioeconómico en el que nos movemos a nivel global, como el cambio climático o la seguridad alimentaria, las perspectivas de futuro y las políticas públicas, especialmente en el ámbito de la investigación y la innovación, creemos que es el momento de apostar por esta estrategia.

  • En recursos para las empresas, ¿cómo se traduce?

Se traduce en oportunidades. Horizonte 2020 dispone de un abanico importante de financiación, tanto para los grupos de investigación como las empresas, centrada en la bioeconomía. Además de los proyectos multiactor, en los que se exige la presencia de las empresas, hay que mencionar todo el paquete destinado a la iniciativa de la BBI o el instrumento PYME por señalar aspectos concretos. En el ámbito del Plan Estatal de I+D+I la bioeconomía es el segundo de los retos de la sociedad, después del de salud, aunque no hay prioridades sectoriales de financiación, ni para los grupos de investigación ni para las empresas. Las propuestas de proyectos de bioeconomía que puedan llegar al CDTI, por ejemplo, se van a evaluar en el mismo nivel de prioridad que cualquier otro proyecto procedente de otros sectores.

No obstante, las propuestas de investigación centradas en bioeconomía pueden recibir algunos fondos adicionales especialmente en las regiones con mayor disponibilidad de fondos FEDER. Por ultimo hay que mencionar las RISS3 de las CCAA. La práctica totalidad de las CCAA han identificado la bioeconomía, específicamente el sector agroalimentario, como prioritarios para recibir fondos para promover la innovación en el sector privado. Esto significa que, en la aplicación de los fondos estructurales ya sean los regionales o los que proceden de la PAC, los proyectos de bioeconomía van a ser prioritarios.

  • ¿En qué grandes investigaciones está inmerso ahora mismo el INIA?

Nuestra institución se ha centrado, tradicionalmente, en la generación de conocimiento en áreas agroalimentarias; desde producción y protección vegetal y animal hasta los recursos forestales o la tecnología de alimentos. Para ello se utilizan todo tipo de herramientas que van desde la genética clásica hasta la biotecnología, o desde la experimentación en sistemas productivos a la transformación de la biomasa.

El INIA ha estado promoviendo la bioeconomía, junto con otras instituciones y plataformas tecnológicas, por considerar que, como país, debemos utilizar nuestras capacidades científicas, de todas las Universidades, OPIs, centros tecnológicos y empresas para avanzar hacia un uso más eficiente y sostenible de los recursos biológicos. Y todo ese conocimiento ha de ser puesto a disposición del entramado económico para generar actividad y empleo. No podemos dejar pasar el tren del cambio de modelo económico desde una economía basada en los recursos fósiles a otra basada en recursos renovables.

  • ¿Invierten las empresas del sector agroalimentario en I+D?

A mí me gusta bastante echar mano de los datos de la encuesta de innovación que el INE publica todos los años. Se realiza a todas las empresas españolas que tiene más de diez trabajadores. Las últimas cifras disponibles de 2015 son elocuentes y creo que no necesitan ningún comentario adicional: en el sector de la producción primaria invierten anualmente en innovación el 7,5% de las empresas con una intensidad de inversión del 0,52% sobre la cifra total de negocio; en el de la transformación agroalimentaria, bebidas y tabaco las cifras suben al 22,15% de las empresas y al 0,61% de la cifra de negocio.

  • Se habla mucho últimamente de la Revolución Verde, del despertar de la agricultura digital…

La revolución se está produciendo continuamente en el sector agroalimentario. Alguien podría pensar que no es así pero, si analizamos el crecimiento de la productividad media anual veremos que la cifra es positiva y constante en los últimos 70 años. Ha habido momentos en los que se ha producido un crecimiento superior, como a mediados del siglo pasado, pero la evolución es continua.

En mi opinión a nivel global vamos a seguir avanzando en un proceso de intensificación sostenible. Parece contradictorio pero no lo es: la tecnología nos va a permitir conseguir más producción final por unidad de medio de producción utilizado, ya sea de tierra, de agua, de energía, de unidades fertilizantes o de mano de obra. Y, de forma simultánea, esa misma tecnología nos va a permitir ser mucho más precisos en la utilización de esos inputs para dejar nuestro capital natural en perfecto estado de uso por las generaciones futuras. Y eso va a ser posible mediante la agricultura de precisión en la que vamos a integrar los sistemas de producción en su conjunto aplicando los inputs precisos cuando sean realmente necesarios y midiendo y evaluando indicadores de sostenibilidad ambiental, biodiversidad, etc.

Por supuesto será, y es ya, imprescindible el empleo de las tecnologías de la información y la comunicación, la sensórica, la nanotecnología, la robótica, el uso de drones, información de previsiones meteorológicas, de comportamiento de los consumidores; en definitiva muchos datos, procedentes de innumerables orígenes e integrados mediante modelos. Todo ello sin olvidar la genómica y las tecnologías relacionadas, el estudio del microbioma, tanto humano como del suelo y de los animales, o los avances de la física y la química y sus efectos sobre la tecnología de los alimentos. En definitiva, la revolución ya está en marcha.

  • Usted ha dicho en alguna ocasión que para conseguir introducir la innovación en la industria agroalimentaria, lo crucial es cuidar el triángulo entre los centros de investigación, las empresas y los emprendedores. ¿Se está emprendiendo en el sector? ¿Conoce buenos proyectos?

Lo dicen todos aquellos que estudian los procesos de innovación en diferentes sectores económicos. Lo dijo Michel Porter, el gurú de la competitividad, hace unos años. Hay ejemplos españoles y valencianos donde el triángulo de la innovación funciona a la perfección. Para no molestar a nadie pondré ejemplos un poco más lejanos, como es el campus de Wageningen o el de la Universidad de Copenhague, en el que conviven los grupos de investigación y las empresas y florecen las empresas de emprendimiento de base tecnológica. Se basan en modelos muy abiertos en los que todo es posible hasta que llega a la relación empresa-grupo de investigación en cuyo momento la confidencialidad u la protección intelectual es esencial.

  • ¿Considera usted que España ha apostado por la investigación y la ciencia en las últimas décadas, más allá del parón por la crisis?

En mi opinión, y especialmente en el sector agroalimentario que conozco mejor, tengo que decir que sí; sin ninguna duda. El panorama ha dado un vuelco integral en los últimos 35 o 40 años. Tenemos excelentes grupos de investigación que compiten de manera excepcional en el exterior. Lo vemos en el ámbito de las publicaciones en revistas de impacto: ocupamos, en todos los sectores, posiciones cercanas a los países más desarrollados; lo comprobamos igual cuando vamos a Europa, consiguiendo más del 10% de los fondos dedicados a retos. Sin embargo fallamos en innovación, en general en nuestra economía y yo diría que también en el conjunto de la agroalimentación y la bioeconomía. La razón es clara: la investigación y la empresa están separadas en el espacio y, sobre todo, en la cultura. Las administraciones somos difíciles para dejar entrar en nuestras instalaciones y en nuestros proyectos a las empresas. Y las empresas, mayoritariamente, no confían ni en los centros de investigación ni en las universidades para tomar sus decisiones de innovación. Sin duda tenemos que establecer puentes. Y de eso habla la estrategia de bioeocnomía.

  • ¿Cuál sería la radiografía del sector agroalimentario español actualmente? ¿Y el futuro, cómo se plantea?

Creo que tenemos un sector agroalimentario potente, que está ganando en competitividad en los mercados internacionales. Lo demuestra la evolución de la balanza comercial y el ritmo de crecimiento de las ventas en el exterior. Es cierto que concentramos el 75% en el mercado europeo, pero lo es igual que las cifras están cambiando en los últimos años y estamos creciendo en países terceros. En mi opinión la entrada en muchos mercados la hemos abordado compitiendo vía precios y manejando muy bien el servicio al cliente y la logística. Esta estrategia puede servir en determinados sectores, pero sólo es sostenible en el tiempo si se asocia a un crecimiento de la productividad, o a costa de reducir los márgenes en toda la cadena de valor. Y, con seguridad, irán apareciendo en el mercado nuevo agentes que van a ser capaces de competir por esa vía, especialmente en Europa, un mercado atractivo y solvente en el que van desapareciendo progresivamente todas las barreras arancelarias. Por ello, estoy convencido que, pensando sobre todo en el mercado europeo, que es nuestro principal cliente, tenemos que seguir considerando cuales son, junto con el precio, los retos que platean los clientes y, cada día, un mayor porcentaje de los consumidores: salud, sostenibilidad, bienestar, conveniencia, imagen corporativa y social, etc. Estos son, sin duda, los grandes vectores de la innovación agroalimentaria de los próximos años. Y para moverse en ellos es necesaria la colaboración estrecha y permanente entre investigación y empresa.

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